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Aunque el efecto de
la globalización haga que la ropa moderna en un lugar sea muy similar a la que
se usa en otros países, el atuendo típico mexicano se ha preservado como parte
de las costumbres y formas de vida ancestral, y es, hasta hoy, parte de nuestro
patrimonio cultural. Los trajes típicos de distintas regiones de la República
Mexicana representan uno de los elementos que estimulan el turismo en nuestro
país.
Dentro de los
muchos trajes típicos de México, presentamos aquí las
características de los atuendos más representativos de Oaxaca, a partir del
libro escrito por Georgina Luna Parra y Mónica Sáenz Arroyo: Así viste la Mexicana, publicado en 1992.
La ropa chenteña femenina es utilizada en la parte sur de los valles centrales de Oaxaca. Con influencia de la Colonia pero también indígena, las faldas de algodón son hechas a mano en colores muy brillantes. La blusa que usan es de algodón con bordados en la pechera, parte que cubre el pecho, un rebozo generalmente negro y unos huaraches.
En este pueblo del Valle de Oaxaca, se trabaja el barro negro con el que se elabora el hermoso y célebre cántaro redondo. Aquí, las mujeres visten con un enredo de tela de cuadros y un huipil de algodón blanco, bordado en el escote. Usan un rebozo negro que se enredan en la cabeza a modo de turbante. Típicamente cargan en el hombro un cántaro de Coyotepec con agua fresca.
Este traje indígena lleva un huipil de algodón blanco, bordado en el frente con punto de cruz, en colores llamativos. Los dibujos que decoran el huipil representan aves, como el pavo real, al igual que flores de la región. Por otra parte, el huipil lleva listones de colores azul turquesa y rosa mexicano. En la parte baja del huipil, asoma el regajo que va decorado de bordados color guinda con figuras de caballos y hombrecitos. En el baile tradicional de Huautla de Jiménez, llevan dos largas trenzas negras a los lados y cargan una jícara llena de pétalos de flores que esparcen al compás de la música.
Es un traje mestizo con influencia de la Colonia, compuesto por una falda muy amplia de satín en colores llamativos con retoques de listones y de blonda blanca. La camisa es blanca con un difícil bordado con chaquira, con motivos de la naturaleza. La chaquira, de origen chino, fue introducida mediante el comercio del siglo XVI. Este traje es utilizado en los grandes eventos, sobre todo religiosos. Llevan el cabello trenzado que se adorna con joyería de oro, típica de la región costera. En el baile tradicional, de ritmo tropical, llevan una pañoleta en la mano que acompaña el baile.
Este traje, utilizado por las indígenas de Jamiltepec, se llama “malacatera”, pues la mujer usa malacates para tejer el hilo de algodón con el que hace sus prendas de vestir. El enredo, que es del mismo material, va teñido en lila con la tinta del caracol de mar y en rojo con la “cochinilla”, animal típico de Oaxaca.
Típico de la
región costera dadas las condiciones climáticas del estado, el huipil tiene
múltiples usos y es cocido con listones y algunas puntadas de bordado en el
cuello. Tiene una apariencia oriental, similar al kimono, con un peinado de
chongo japonés al que se amarran las agujas del malacate.
Gastronomía
Oaxaca se distingue por conservar vivas sus tradiciones en sus
habitantes, sus casas, sus festividades y su cocina. Penetrar en el mundo
gastronómico de esta entidad, es adentrarse en un universo sorprendente por su
diversidad y coherencia.
La
cultura gastronómica ha incorporado elementos supervivientes de la cocina
prehispánica y los ha hecho propios, así como los procesos y la preferencia
por los productos locales; a esto habría que añadir la inventiva e
imaginación que han logrado combinaciones que maravillan por su colorido,
aromas y sabores. La comida oaxaqueña tiene colores de los que algunos
platillos toman su nombre, como los moles verde, colorado, negro y amarillo,
que matizados crean la famosa gama de los siete moles regionales. Además,
Oaxaca produce quesos propios como el quesillo oaxaqueño, considerado como
uno de los mejores del mundo; sus chiles nativos, como rojos y negros y el
orégano oaxaqueño, participan en la singularidad de su cocina.
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Un
aspecto sobresaliente de la gastronomía, es la interminable lista de
antojitos locales y el aprovechamiento de los insectos, como en sus bebidas
los gusanos acompañados con la copa de mezcal.
Todo se
combina en una aventura plena de sabores y colores, paisajes e historia,
fértiles valles y serranías desérticas, paraísos olvidados y playas vírgenes
pero, sobre todo, en una memoria del pasado que vive en las costumbres
ancestrales; he ahí la Noche de los Rábanos y la gastronomía, hombres y
mujeres y hombres fieles a su idiosincrasia o los tradicionales lunes del
cerro de la Guelaguetza.
Al
continuar en el ramo de la comida y los productos relacionados, Oaxaca ocupa
el tercer sitio como productor de café y el segundo productor de piña, aunque
en la entidad se cultivan arroz, caña de azúcar y ajonjolí; limón, granada
roja, zapote, mamey y mango.
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En sus praderas se cría ganado bovino y caprino, y puede jactarse de
tener una rica fauna marina donde destaca la captura del camarón y langosta,
así como la pesca de tiburón en Puerto Ángel, y la de atún, barrilete y bonito,
en la región del Golfo de Tehuantepec.
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Así
que, para comer en Oaxaca, con su riqueza gastronómica de gran influencia
prehispánica, no es necesaria mucha hambre, ya que basta con el antojo, y
nada más efectivo para abrir el apetito que una copita de mezcal y, aquí que
si que el refrán aquel de que "para todo mal, mezcal, y para todo bien,
también".
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Así que, si te agrada un
pescado empapelado “super-fresco”, puedes adquirir alguna de las variedades que
ofrecen estas sencillas personas y llevarlo de inmediato a algún restaurante,
donde el sazón es inigualable.
Sin
embargo, todo lo que se diga aquí acerca de la gastronomía Oaxaqueña quedará
“corto”, por lo que es mejor visitar el estado y deleitarse con su cocina privilegiada…
y ¡buen provecho!.
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